¡Proletarios de todos los países, uníos!

NÚCLEO MARXISTA HILO ROJO

ÓRGANO DEL PARTIDO COMUNISTA

PARA LA PREPARACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA PRÓXIMA REVOLUCIÓN

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Señas de identidad

Nuestro Partido, el Partido Comunista

El Partido Comunista es la fuerza social que, expresando los intereses del conjunto del proletariado, impulsa consciente e irreductiblemente a éste a la culminación de su destino histórico como sujeto portador de la sociedad comunista, de la comunidad humana mundial.

Nuestro Partido se conformó y se asentó, como fuerza política independiente, de la mano de Marx y Engels (Manifiesto del Partido Comunista -1848-), al calor de la primera oleada revolucionaria que conoció la sociedad capitalista. Durante dicha revolución el proletariado hizo ya acto de presencia como partido históricamente llamado a sepultar, de forma irremisible, la dominación burguesa y, con ella, todas las sociedades de clases. Más tarde, en 1871, el proletariado renació de sus cenizas para asaltar, exclusivamente con sus propias fuerzas, el Estado burgués. La Comuna de París supuso la primera dictadura proletaria de la historia. Sin embargo, si en 1848, la relación capitalista de apropiación privada del plusvalor obtenido por medio de la explotación de la fuerza de trabajo asalariada, y con ella, el proletariado, tan sólo eran fuertes en Inglaterra; en 1871, la lucha de clases entre burgueses y proletarios seguía sin dominar claramente la escena ni tan sólo en los países avanzados de Europa y en los EE.UU. La Comuna de París estaba destinada, pues, a constituirse en un glorioso escalón de la larga escalera por la que aún deberían ascender nuestra clase y su Partido Comunista con tal de hacerse con el triunfo revolucionario final.

Para abrir, con su propio poder, un curso revolucionario internacional de la lucha de clases, el proletariado, su Partido Comunista, deberían todavía aguardar a que adviniera, en firme, la fase superior del capitalismo, el imperialismo, a partir de los inicios del siglo XX. Fue entonces que el Partido de Lenin, separándose, de forma inconfundible, desde su misma génesis, de todo tipo de direcciones oportunistas y traidoras al proletariado, hizo posible y defendió heroicamente, hasta agotar sus últimas posibilidades de existencia, la dictadura proletaria impuesta en Rusia, siempre de acuerdo, pese a las condiciones nacionales y mundiales, cada vez más claramente desfavorables que imperaban para el triunfo final de la revolución comunista, con los intereses históricos de la revolución proletaria internacional. Así, el Partido Bolchevique, forjado por Lenin, y la Internacional Comunista dirigida por él, verificaron indeleblemente, en el plano de los eventos históricos, la capacidad revolucionaria del Partido Comunista, fundado por Marx y Engels, y trazaron el rumbo del triunfo proletario definitivo, con el que concluirá ineluctablemente la actual época de agonía del capitalismo.

El aplastamiento de la revolución proletaria internacional de 1917-1927, derrota que contó con la inestimable ayuda prestada al imperialismo mundial por la burguesía estalinista que, en 1926, había conseguido derrocar -por medio de la imposición oficial, a través de una violencia reaccionaria en aumento, de su política capitalista de "construcción del socialismo en un solo país"- el Estado proletario erigido bajo la dirección de Lenin, permitió a la postre, mediante la gigantesca destrucción de fuerzas productivas excedentes que supuso la carnicería antitrabajadora de la Segunda Guerra Mundial y la generalización de la explotación asalariada en la U.R.S.S., hacer omnipresente y todopoderoso el modo de producción burgués en el conjunto de los países avanzados y extenderlo a los últimos confines del globo. De esta forma, en base a la bárbara sangría y sobreexplotación crecientes de varias generaciones proletarias, se hizo posible, un desarrollo capitalista, sin precedentes cuantitativos, de las fuerzas productivas que, acelerándose día a día, depara, ante nuestros ojos, como primer y principal resultado, la maduración inexorable de las condiciones sociales efectivas de las que precisa el comunismo para vencer definitivamente.

Desde 1970, cuando la nueva composición técnica del capital correspondiente a la aplicación de la informática a la industria empezara a liquidar, sin alternativa alguna, el empleo asalariado, un fantasma recorre el planeta: el fantasma del "impasse" social final del capitalismo. Cada día que pasa aparece más incontestablemente, a la vista de explotados y explotadores, la impotencia de la propiedad privada burguesa sobre los medios de producción para permitir siquiera la reproducción de la clase sobre cuya explotación reposa, de forma insustituible, el régimen capitalista: la de los proletarios cuyo sustento sólo puede ser ganado vendiendo su fuerza de trabajo. Cada nuevo paso que franquea el capitalismo en su infrenable desarrollo productivo pone más de manifiesto que el capital está destinado a morir y que lo hará imprescriptiblemente, en un plazo históricamente inmediato, para que el proletariado y toda la humanidad vivan. Cada nueva acción que acomete la clase burguesa deviene en una mayor miseria de las masas y certifica que nunca más los de arriba podrán seguir gobernando como antes, cuando aún podían proporcionar trabajo y derechos a una parte socialmente decisiva de los de abajo.

A nuestro Partido, al Partido Comunista de la próxima revolución que preparamos, le corresponde el honor de conducir al proletariado al triunfo final sobre su enemigo histórico: la burguesía. Los comunistas de hoy obramos para ello, integrando el balance de la derrota de la anterior revolución, en el desarrollo histórico del hilo rojo que conduce a la victoria irreversible de la próxima.

Proletario, proletaria: ¡Unete a HILO ROJO para preparar el Partido Comunista de la próxima revolución!
 

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